Puerto Príncipe, 19 mar (EFE).- La capital de Haití vive este martes una jornada de relativa calma, lejos de las sangrientas escenas de la víspera, cuando el sector de Pétion-ville, en las colinas de Puerto Príncipe, amaneció con más de una docena de cadáveres en sus calles.
Hoy Puerto Príncipe presenta una imagen de aparente normalidad, aunque desde hace tiempo la situación dista de ser tranquila, y mucho menos desde que a finales de febrero pasado las bandas armadas iniciaran un incremento de sus ataques a instituciones, empresas, prisiones, residencias privadas o infraestructuras.
En medio de la relativa mejoría de este martes, se conoció que siguen los secuestros (entre ellos del que fuera portavoz de la presidencia en la administración de Michel Martelly, el periodista Lucien Jura, en su propia residencia) y que los ataques de las bandas en los sectores acomodados de Laboule y Thomassin dejaron la víspera muertos y heridos.
Esas intervenciones policiales se saldaron con varios miembros de bandas muertos, la recuperación de armas de guerra o la confiscación de cuatro vehículos, según indicó la PNH en sus redes sociales.
Además, se supo que el lunes se repelió un ataque al Banco de la República de Haití (BRH), un suceso en el que, según fuentes locales, murieron cuatro supuestos miembros de bandas armadas y donde las fuerzas de seguridad se habrían incautado de cuatro fusiles.
Ante la extrema situación que vive Haití, en especial la zona metropolitana de Puerto Príncipe, en gran parte bajo control de las bandas, se suceden los llamamientos de organizaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos.
Así, Amnistía Internacional pidió este martes soluciones duraderas ante la grave crisis en Haití e instó a la comunidad internacional a «proporcionar asistencia humanitaria inmediata para aliviar el sufrimiento de las personas desplazadas y afectadas por la violencia», en palabras de la directora para las Américas de AI, Ana Piquer.
«Solo podemos comenzar a construir una solución duradera para Haití a través de un enfoque que priorice el diálogo con la sociedad civil y los actores políticos claves, el liderazgo de las comunidades afectadas y una respuesta internacional centrada en el respeto de los derechos humanos», afirmó Piquer en un comunicado.
Más allá de la violencia, alerta esta agencia de la ONU, el futuro de los menores está amenazado, pues el incremento reciente de la inseguridad ha llevado al cierre de escuelas en la zona metropolitana de Puerto Príncipe (algunas convertidas en centro de refugiados), lo que priva a miles de niños del derecho fundamental a la educación.
Según Bruno Maes, representante de Unicef en este país caribeño, «si no se pone fin a la violencia en Haití, la crisis de asistencia sanitaria se agravará considerablemente. Asistimos a una catástrofe humanitaria y queda poco tiempo para invertir esta situación».
Ello es especialmente preocupante en un país, el más pobre de América, donde cerca del 50 % de la población sufre inseguridad alimentaria y alrededor de 1,4 millones de personas de sus algo más de 11 millones de habitantes están a un paso de la hambruna.
A esto se suman los bloqueos de carreteras, lo que repercute en la escasez de alimentos y combustibles y genera un aumento de los precios, cuando en Haití la mitad de los habitantes vive en la pobreza.
La situación de violencia llevó en octubre pasado a la ONU a aprobar el envío al país de una misión multinacional de asistencia a la seguridad que encabezará Kenia, pero que aún no se ha materializado. EFE