En un mundo en que las guerras se distribuyen donde hay petróleo, riquezas u otros intereses estratégicos para las naciones poderosas, Haití es apenas un puntito que a veces figura en los medios internacionales, pero en la práctica a nadie le interesa como no sea para hacer promesas y ofrecer soluciones que nunca llegan.
Mientras EE.UU. y la ONU aceptaron y alentaron una misión liderada por tropas kenianas para poner fin a la violencia de las bandas armadas en Puerto Príncipe, cuando por fin se materializó esa intervención los resultados son insignificantes.
A esto se suma la falta de financiamiento para esa misión, lo que obviamente desmotiva a esos militares y tampoco les permite contar con el equipamiento necesario para su tarea.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha puesto el dedo en la llaga al señalar que, lamentablemente, las naciones no están enviando el dinero que prometieron para Haití, pero en cambio invierten miles de millones de dólares para rescatar cualquier banco quebrado.
Cabe recordar que para la misión en Haití se comprometieron con 600 millones de dólares, pero solo han llegado 18 millones desde EE.UU. (que había prometido US$300 millones) Canadá y Francia.
Mientras tanto Haití se desangra en una espiral de muertes, terror, desocupación, y miseria. Según la ONU, en 2023 hubo más de 8,000 víctimas entre heridos y muertos, mientras que en el primer trimestre de 2024 se registraron otras 3,900 y en lo que va de año más de 600,000 personas desplazadas de sus hogares por la violencia.
A la inefectiva intervención de Kenia, que ha enviado apenas 400 efectivos de los 2,500 prometidos, se suma la desidia de la comunidad internacional, que no muestra ninguna preocupación por el drama humano que padece Haití.
Para los dominicanos esto es un problema que va más allá de las cifras estadísticas, porque los desplazamientos forzados multiplican la migración irregular, y nuestro país se ve en la obligación de reforzar sus fronteras, controlar que integrantes de las bandas armadas no penetren a nuestro territorio y garantizar la seguridad de la población.
Mientras tanto los responsables de la ayuda prometida, los que alentaron la intervención de tropas en Haití y los que se comprometieron a financiarla miran para otro lado, como si el problema se solucionara con promesas que se publican en la prensa internacional.
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