No necesariamente estaría sucediendo que el actual repunte del dengue que se registra en estos días cogiera a las autoridades de brazos cruzados, pero apena el corre-corre cuando es común que en esta época del año, cerca de la semana 34, en la República Dominicana se entre al período de máxima alerta de la enfermedad porque es cuando alcanza su mayor pico.
Y quien más para saberlo que las autoridades sanitarias, por lo que la sensación de que se estaba desprevenido no se corresponde con la experiencia acumulada, aunque quizá aparezca el que exagere, para sembrar la sensación de que la situación está fuera de control.
Con el dengue, una enfermedad endémica, vale aquello de que guerra avisada no mata soldado, por lo que lo menos que se puede decir es que no se ha producido una reacción preventiva efectiva.
Todavía se puede enviar un mensaje movilizador, y empezar por la coordinación de esfuerzos entre instituciones públicas y descentralizadas y la convocatoria a reunión de los directores de hospitales de todas las regiones, así como la implicación de las sociedades médicas especializadas.
Más de una vez se han realizado campañas para una mayor prevención, en las que los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental, se transmiten spots para radio y televisión, volantes y mensajes de perifoneo en barrios y parajes.
También en otras oportunidades los cabildos han jugado un papel importante, por lo que debe existir coordinación con la Federación Dominicana de Municipios y la Liga Municipal y los distritos municipales.
Se debería involucrar a los líderes de las comunidades, a estudiantes y profesores de escuelas y de liceos, a los miembros de las iglesias, de las juntas de vecinos, para que promuevan acciones en sus sectores para eliminar los criaderos de mosquitos, y se cree una cultura de mantener limpio su entorno.
La población no puede ser un ente pasivo que se sienta a esperar que el Estado resuelva un problema que también es suyo. Hay que educar y crear conciencia, y promover que se adopten medidas de autoprotección.
Que este retraimiento, que no es más que una película repetida, sirva de lección, y que se le elimine un capítulo muy manoseado: el sempiterno empeño de las autoridades por minimizar y relativizar las dimensiones de la enfermedad.
elcaribe.com