Los dominicanos votaron ayer en forma ordenada y cívica como siempre lo han hecho. Si alguna vez no ha sido de esa manera y el pueblo se ha “revolteado”, fue cuando se ha pretendido escamotear los resultados de su voluntad.
La historia electoral dominicana testifica que hasta en coyunturas difíciles, de mucha incertidumbre y con vaticinios pesimistas, el ciudadano cumple su parte y acude a sufragar.
Satisface que también los principales candidatos presidenciales, al momento de votar, contribuyeron a la creación de un ambiente distendido con sus prudentes exhortaciones.
No han faltado, principalmente provenientes del litoral de los partidos de oposición, las denuncias de inconvenientes, las que pudieran considerarse como hechos secundarios y aislados, y hasta normales y lógicos en un escrutinio de tan compleja organización.
Independientemente de las denuncias sobre la existencia de una que otra irregularidad, lo importante es que ha sido un proceso en sentido general ejemplar, y del que la principal ganadora ha sido la democracia y con ella el sistema de partidos, así como la institucionalidad y la gobernabilidad.
Felicitaciones anticipadas al órgano encargado de organizar y administrar el proceso, la Junta Central Electoral, al que corresponde cumplir con igual eficacia los tramos que restan.
Sobre los resultados que han arrojado las urnas, no es de nuestra incumbencia ponderarlos y solo nos inspiran respeto al tratarse de la expresión de la voluntad popular.
Lo único que podríamos agregar es que debiera haber conformidad de todas las partes que con aviso previo aceptaron “las reglas el juego” sobre la base de las cuales, de antemano, se sabía que habría ganadores y perdedores.
En definitiva, la denominada fiesta de la democracia ha transcurrido en paz y sin mayores dificultades, con un final casi sagrado al tratarse de la decisión que el pueblo, el soberano, el que siempre tiene la razón, ha tomado.
Hoy el país despierta luego de la cita con las urnas; retorna a sus tareas habituales y la realidad cotidiana vuelve a ser la de siempre. Solo resta que las autoridades electas, cuando asuman, sepan encauzar los destinos de esta nación por el rumbo del bienestar y del progreso colectivo.
fuenteelcaribe.com