Los dominicanos celebramos hoy el 210 aniversario del natalicio de Juan Pablo Duarte, el amado forjador y máximo prócer de la dominicanidad.
Se inicia hoy también el “Mes de la Patria”, un periodo que encierra fechas significativas como el 25 de febrero, día del natalicio de Ramón Matías Mella, el 27 de febrero, día de la Independencia Nacional, para concluir el 9 de marzo, día del natalicio de Sánchez.
Celebrar a la patria no puede caber en 30 días, obviamente; se trata de un periodo simbólico repleto de significación, que incluye la rendición de cuentas del presidente de la República ante el Congreso.
Honrar a Juan Pablo Duarte significa reconocer a un ser humano excepcional que supo responder a los desafíos de la historia y asumir un compromiso superior con su pueblo.
“Vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor”, es una de las sentencias que forman parte de su ideario, con la que resumió la necesidad de que los dominicanos tuvieran una identidad ante el mundo.
Un ejemplo de su probidad es que el 12 de abril de 1844 devolvió al Tesorero de la República 827 pesos de los mil que le había entregado la Junta Central Gubernativa cuando lo envió al Sur para auxiliar al general Santana.
Quizá lo que necesitamos los dominicanos y las jóvenes generaciones sea un Duarte un poco menos acartonado en retratos que lo pintan blanco y con ojos claros, para acercarnos a una imagen más real, más humana.
Fue siempre claro en sus conceptos, porque también fue víctima de las intrigas de su tiempo: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.
Rescatarlo de esa imagen momificada significa rescatar el amor por nuestra tierra en actitudes concretas, asumir que la patria son también los otros, quienes nos rodean y aportan su granito de arena para que la República Dominicana se yerga en el concierto de las naciones como una nación plural, pacífica y laboriosa, en definitiva, esa patria por la que el glorioso Juan Pablo Duarte ofrendó sus bienes y su propia vida.
fuenteelcaribe.com