Dos informaciones que se dieron a conocer esta semana en el país pueden considerarse buenas noticias, por lo que implican para el futuro inmediato.
Una de ellas es la instrumentación de un plan para reducir las muertes de bebés en hospitales públicos, que pretende acelerar esa reducción en un 25% para el año que viene.
Aunque después de la muerte de 34 bebés en la maternidad de Los Mina, con una investigación preliminar que exime de responsabilidades a los médicos y enfermeras de ese hospital, esto recuerda mucho a una característica del dominicano, que suele poner candado después del robo, pero aun así apoyamos que se actúe para atacar el problema desde su raíz.
En un país donde la salud pública arrastra un serio déficit de atenciones y de servicios, y que siempre castiga a los más pobres, está bien que se implemente este plan, con apoyo de organismos internacionales y profesionales extranjeros, que abarcará diez centros públicos de todo el territorio nacional.
La otra buena noticia es que, según un informe publicado por la Unicef en el país, el matrimonio infantil se redujo un 5% en República Dominicana entre 2014 y 2019, lo que de por sí ya es significativo, pese a que se está muy lejos de alcanzar los niveles de reducción esperados.
Esta disminución del matrimonio infantil abarca no solo los casamientos legales, sino también las uniones tempranas no formales, aunque el porcentaje a simple vista puede parecer poco significativo -5%- debe tomarse como un paso en la dirección correcta.
Después de muchos años de esfuerzos, de denuncias y campañas, el Congreso dominicano aprobó una ley que prohíbe el matrimonio infantil y establece sanciones legales, lo que no significa que el problema vaya a desaparecer, de hecho, según la Unicef todavía estamos muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible #5 de erradicación total en 2030.
La relación entre las dos realidades señaladas, las muertes neonatales y el matrimonio infantil, es casi proporcional, porque la mayoría de las niñas que se unen a un hombre casi siempre lo hacen por un embarazo, y los bebés con mayores riesgos de morir son precisamente los de niñas pobres, embarazadas en plena adolescencia.
Hay que seguir trabajando para que las muertes neonatales y el matrimonio infantil dejen de ser un problema que solo acrecienta la pobreza y sepulta los sueños de las jovencitas más vulnerables de nuestro país.
fuenteelcaribe.com