Para António Guterres, secretario general de la ONU, finalizó ya la era del calentamiento global y ha comenzado la de la ebullición global. “El cambio climático está aquí, es aterrador y solo es el inicio”, dijo en conferencia de prensa luego de que la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Copernicus de la Comisión Europea señalaran que julio ha sido el mes más caluroso registrado en el historial climático del mundo.
Su mensaje fue dramático: “Para vastas regiones de América del Norte, Asia, África y Europa es un verano cruel. Para todo el planeta es un desastre. Y para los científicos es un inequívoco: Los humanos tienen la culpa. Todo esto es consistente con las predicciones y las repetidas advertencias. La única sorpresa es la velocidad del cambio. La era del calentamiento global ha terminado; la era de la ebullición global ha comenzado. ¿Cómo llegó?: el aire es irrespirable, el calor es insoportable y el nivel de los beneficios de los combustibles fósiles es inaceptable”.
Con similar energía se pronunció el viernes el papa Francisco, a propósito de los incendios forestales en Canadá, de costa a costa, y en Grecia.
“Estos eventos atmosféricos ponen de relieve la necesidad de realizar esfuerzos valientes y con visión de futuro para afrontar el desafío del cambio climático y proteger responsablemente la Creación, cuidando la casa común”, afirma el pontífice.
El mundo camina a pasos firmes hacia su autodestrucción, y aunque según Guterres: “Los humanos tienen la culpa“, debiera repartirla equitativamente y señalar como principales culpables a los “cabezas” de los países que se comprometieron a otorgar mayores recursos. El Acuerdo de París pactó que los países ricos darían US$100.000 millones al año a naciones con menos recursos para lidiar con el problema del clima. Se debía cumplir para el 2020, pero no ocurrió.
Hasta los grupos ecologistas y llamados movimientos verdes han estado arriando banderas para complacer a sus financiadores por la guerra en Ucrania.
Aunque lo peor del cambio climático haya llegado, todavía la apuesta debe seguir siendo limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 °C, pero con pocas esperanzas ni expectativas porque si miramos alrededor del mundo el empeño de los “líderes” de las naciones más poderosas, pareciera que pretenden acercarnos a la hecatombe.