El hábitat es el lugar donde las personas viven y desarrollan sus actividades cotidianas, lo que incluye la casa y el entorno, aunque en las últimas décadas es cada vez mayor el número de personas que abandonan sus lugares de origen por conflictos armados, por el accionar de bandas criminales, por desastres naturales o fenómenos como la gentrificación, esto es, cuando grupos económicos se apoderan de sectores urbanos o rurales y encarecen los alquileres, lo que obliga a la gente de menores recursos a mudarse.
En 1985 la ONU proclamó el primer lunes de octubre como Día Mundial del Hábitat, para garantizar que las ciudades se desarrollen de forma sostenible y asegurar a todos los ciudadanos su derecho a una vivienda digna.
Hay un proceso lento en la mayoría de los países del tercer mundo de éxodo interno desde los campos a las ciudades en busca mejores condiciones de vida, pero esto genera enormes problemas, como la aglomeración de gente pobre en barrios marginales, sin luz ni agua potable, sin servicios básicos, lo que termina creando bolsones de pobreza donde fácilmente crece la delincuencia.
Se calcula que en estos sectores marginales distribuidos en todo el mundo residen 1,100 millones de personas, y aunque el derecho a una vivienda digna figura en casi todas las constituciones, la concentración de la propiedad urbana torna casi imposible ese derecho y, cuando se trata de planes manejados por el Estado, las maniobras políticas y la corrupción casi siempre desnaturalizan el propósito de esas construcciones.
En nuestro país observamos ese panorama, con gente arrinconada al borde de ríos, arroyos y cañadas, en casuchas de zinc o de tablas, lo que ensancha la ciudad y acaba por crear lugares con nombres chuscos, sin calles, sin escuelas y sin asistencia sanitaria.
El Día Mundial del Hábitat debiera ser una jornada de reflexión para toda la sociedad, para exigir a los gobiernos soluciones orientadas al desarrollo y a evitar el éxodo rural, respuestas a las necesidades habitacionales de los sectores vulnerables y, sobre todo, que el derecho a una vivienda sea una posibilidad real en vez de una promesa vacía.
fuenteelcaribe.com