El paso de la tormenta Melissa, que se desplaza por el Caribe y cuyos efectos todavía no han terminado de hacerse sentir, permite evaluar algunos aspectos de la preparación para responder a este tipo de desastres naturales.
Los protocolos de los organismos de socorro para protección civil estuvieron activos, lo que demostró capacidad de prevención, aunque hubo críticas porque quizá las lluvias llegaron antes de lo esperado y las alertas estuvieron con retraso en la tarde del martes.
Pero en lo fundamental ha habido cumplimiento de las medidas previstas y la coordinación interinstitucional resultó efectiva.
Un elemento a retomar, porque estas aguas han vuelto a recordarlo, es la fragilidad del drenaje pluvial en las grandes ciudades, que sufren inundaciones en calles y avenidas y cuyos imbornales aparecen desbordados
El balance parcial es que Melissa saca a flote muchas insuficiencias de las políticas públicas sociales, que impactan generalmente en los más pobres.
Precisamente una insuficiencia es la vulnerabilidad de los sectores carenciados, porque los más afectados resultan siempre los habitantes de barrios marginados y gente que vive en los cordones de miseria asentados en riberas de ríos y arroyos.
Y aunque el COE (Centro de Operaciones de Emergencias) puso en alerta roja a varias provincias, que el protocolo obligaba a efectuar evacuaciones, no se actuó en consecuencia.
Es en ese punto donde se repite un drama, entendible por lo difícil que resulta para muchas personas abandonar sus ajuares cuando viven en zonas de peligro
En cuanto a los albergues, supuestamente ubicados y preparados, pero no necesariamente disponibles, como es el caso de las escuelas y de edificaciones públicas, es otra cuestión que debiera abordarse anticipadamente.
Preservar vidas es siempre la prioridad, algo que hay que reconocerle al presidente Luis Abinader por su insistencia en que eso tiene que ser lo primero, sin desdeñar que deben evitarse, en la medida de lo posible, los daños materiales.
Solo resta esperar de Melissa que siga su curso y, ojalá, trate a otras tierras bien, o de manera más benigna, como a la nuestra.
El/C.














